15 de noviembre de 2007

Dream Team!

Gabriela Acuña, Nayive Ananías, Pilar Elgueta, Dagoberto Flores y Manuel Galdames presentan:
Diferentes reportajes sobre los paraderos de Transantiago
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4 de noviembre de 2007

Incongruencia

7 de octubre de 2007

Depresión Post-Transantiago

Rosa Valladares nos cuenta la historia de su esposo, Carlos Casanova, que trabaja para la empresa de locomoción colectiva SuBus, como chofer de Transantiago. En la actualidad, este hombre de 37 años se encuentra sumido en una depresión y con un estrés severo a causa de las agresiones -tanto físicas y psicológicas- por parte de algunos usuarios de este sistema de transportes de nuestra capital.
Carlos no accedió a esta entrevista, debido a su precario estado de salud. Pero, Rosa sí quiso relatarnos el historial de violencia del cual su esposo ha sido víctima.
¿Por qué Carlos Casanova, a pesar de los golpes y garabatos que recibe cada día, aún sigue trabajando en Transantiago? Esta interrogante la podrán dilucidar en la siguiente entrevista:


12 de septiembre de 2007

Un adulto mayor y sus vicisitudes con el Transantiago

Lilian Aguayo Ibaras tiene 71 años y es presidenta de la Agrupación Nacional de Empleados Particulares, Jubilados y Montepiadas de Chile. Este lugar se ubica en Almirante Latorre #149, a pasos del metro República.

La señora Lilian vive en la comuna de Pudahuel, y para llegar a su trabajo debe tomar el servicio local J18, y posteriormente, el metro.

"Menos mal que esta cuestión viene con asientos, casi siempre me voy de pie. Además, la J18 se demoró mucho; estuve en el paradero desde las 8:15 horas", afirmó la señora Lilian en un tono de voz molesto.

Eran las 08:40 AM y el viaje en J18 había culminado. Todos los pasajeros tenían un destino en común: llegar a la Estación San Pablo, situado en la intersección de la avenida del mismo nombre y calle Neptuno.
Lilian Aguayo caminaba rápidamente hacia el metro, porque estaba atrasada para llegar a la Agrupación; debía estar allá a las nueve de la mañana.

08:55 AM, y luego de esperar unos ocho minutos, por fin el tren subterráneo hizo su aparición.
"Después me toma fotos, que ahora tengo que entrar al vagón, sino me quedo sin asiento y me tengo que ir de pie", me dijo la señora Lilian apenas se abrieron las puertas del metro.
"¡Qué bueno que pude sentarme! ¿Sabes? Generalmente me voy parada, porque las personas al tiro se agarran los asientos. Y pareciera que la gente no se da cuenta que existen asientos para nosotros, los adultos mayores. A veces, ni siquiera se lo dan a las embarazadas o minusválidos; menos a una vieja como yo", señaló Lilian Aguayo bastante disgustada.
Cuando el tren se detuvo en Estación Las Rejas, una horda de gente se apoderó del vagón. Y en la Estación Universidad de Santiago, un señor de avanzada edad subió a "este carro de tercera clase", como lo denomina la protagonista de esta historia.
Como nadie le cedía el asiento a este hombre, la señora Lilian decidió hacerlo. "¿Por qué nadie le da el asiento a este caballero, que más encima anda con bastón?", vociferó Lilian Aguayo.
Molesta con la situación anterior, la señora Lilian se fue -incómodamente- de pie. "¿Ves lo que te decía hace un rato atrás? A la gente le da lo mismo si se suben al metro mujeres con guagua o viejos con bastón. Por lo tanto, más indolencia con personas que llevamos sólo una bolsa", me dijo con voz dura. Por supuesto, nadie le dio el asiento a esta mujer que ya se había despreocupado por la tardanza a su trabajo.
Eran las 09:18 AM, y finalmente, el extenso viaje en metro había terminado; llegamos a la Estación República. "Oh, no puedo creer cómo pudimos salir de ahí; si parecía una lata de sardinas... Jajajá", rió la señora Lilian a modo de sarcasmo.
A pesar de sus años, Lilian Aguayo tiene un buen estado físico y cada día sube las escaleras del metro República presurosamente. "Gracias al Transantiago me levanto más temprano y llego más tarde al trabajo... Antes no tenía que tomar el metro para llegar a la Agrupación; podía tomar una sóla micro y todo súper bien. En cambio, ahora, extraño las micros amarillas", me comentó mientras compraba unas galletas a la salida del metro.
Eran las 09:35 de la mañana cuando la señora Lilian llegó a su trabajo, con treinta y cinco minutos de atraso. "Ahora debo firmar el libro de asistencia. No quiero imaginar cómo será el viaje de regreso a mi casa en la tarde", declaró.

20 de agosto de 2007

> Historias de Transantiago

Viernes, 17 de agosto de 2007. Eran las siete de la mañana, y Elena Flores estaba esperando la 406 en el paradero ubicado en la intersección de las avenidas San Pablo con La Estrella, en la comuna de Pudahuel. Decidí acompañarla para experimentar in situ los embates que esta mujer debe padecer diariamente en aquel lugar.
La señora Elena tiene 37 años, es parvularia de profesión y estuvo cesante por más de tres meses. “Yo trabajaba en un jardín infantil de San Miguel, y al final, me despidieron porque siempre llegaba tarde. Además, no sabía cómo llegar a mi trabajo. Tomar micro y metro no fue la mejor solución. Más que un alivio, el Transantiago me arruinó la vida”, declaró.
Después de dejar varios currículum en muchos colegios, jardines infantiles y sala cunas, por fin saltó la liebre -como se dice en buen chileno-. Ahora está haciendo un reemplazo de un post-natal en el Colegio Carolina Llona de Maipú.

Eran las 7:15 horas y aún no pasaba la dichosa 406. Ésta tiene mala fama; es conocida como el troncal que tiene una frecuencia horrible en las horas de alta demanda –entre las siete y las ocho de la mañana, y en la tarde- y también, por ser un recorrido achoclonado; después de esperar demasiado tiempo una sola 406, éstas pasan una tras otras.
El paradero estaba prácticamente repleto, y a mi lado había una Elena Flores muy disgustada. Me dijo en un tono de voz bastante áspero: “¿Por qué cuando uno necesita con urgencia tomar una micro, éstas no pasan nunca? ¿Y, por qué cuando uno no las está esperando, estas porquerías pasan a cada rato?”.
Las 7:25 am, y por fin pasa la 406. Por lo tanto, una horda de gente se avalancha ante aquel troncal verde con blanco. Corrimos hasta alcanzarla, pero siempre ocurre algo inesperado; la señora Elena no tenía suficiente saldo en su tarjeta BIP para pagar el pasaje, y el chofer de la micro le dijo que se bajara, que no llevaba pasajeros gratuitamente. Ella le explicó que de todos modos tenía que llegar al metro San Pablo y que ahí cargaría su BIP. Pero, el conductor la trató pésimo y después de tanto alegato, la dejó pasar. Elena Flores empezó mal su día... Primero, esperar más de 20 minutos por esta micro, y después, el impasse con el chofer malhumorado. Además, estábamos contra el tiempo; Elena debe estar en el colegio a las 8:30 de la mañana.

Llegamos a la estación San Pablo; son las 7:42 horas. Esta educadora de párvulos estaba en una constante pugna con su reloj. Cargó su tarjeta BIP y nos fuimos corriendo por las escaleras para alcanzar el tren subterráneo. ¡Prueba superada... Lo conseguimos! Teníamos que bajarnos en Las Rejas y paso siguiente: tomar la 401 y bajarnos casi llegando al Templo Votivo de Maipú. Eran las 8:00 en punto cuando finalizamos nuestro viaje en Transantiago. El Colegio Carolina Llona está a unas seis cuadras del Templo, así que la señora Elena se fue caminando rápidamente hacia allá; no quería llegar atrasada en su primera semana de trabajo.

- Finalmente, ¿qué espera del Transantiago?

- Espero que se acaben las largas esperas en los paraderos, que las micros tengan más frecuencia, que no vengan tan llenas que llega a ser imposible subirse a una; que terminen esos ridículos transbordos de micro a metro o viceversa, que las personas como yo no perdamos injustamente nuestros trabajos, porque aunque uno se levante con las gallinas, no logramos llegar puntuales a nuestros empleos por culpa del Transantiago. Y lo que más deseo, es que la armonía familiar no se destruya. En mi caso, mi esposo siempre llega enojado a la casa por los problemas que ya conocemos, y mi hijo también.
Estoy cansada que el gobierno se lave las manos con esta situación. Sólo pido que los que ocupan grandes cargos políticos se suban a una micro común y corriente, y se den cuenta que muchos estamos sufriendo con este maldito Transantiago.

7 de agosto de 2007

Presentación del blog.-

Este blog pertenece a Nayive Ananías, estudiante de primer año de Periodismo de la Universidad Alberto Hurtado.

El sitio ha sido creado para la asignatura de Comunicación Multimedia, y aquí podrás encontrar información acerca del polémico sistema de transportes de nuestra capital: Transantiago.

Esperando que comenten aquellas experiencias que los disgustan de este controvertido tema, expláyate y opina.



Hasta pronto.